En la mujer no debe de existir ninguna barrera que impida la comunicación del ovario con la cavidad uterina, siendo necesario que al menos una de las trompas sea permeable.
Para llevar a cabo este proceso es necesario que el hombre presente unas características seminales normales o al menos alteraciones leves, requiriéndose de un recuento de espermatozoides móviles (REM) por encima de los 4 millones de espermatozoides móviles por mililitro.
La inseminación artificial está indicada en todas aquellas parejas en las que tras el estudio inicial de las características seminales del varón y la valoración ginecológica de la mujer no se pueda decidir plenamente sobre el facto causante de la esterilidad.
La inseminación artificial suele ser la técnica de elección inicial cuando el varón presenta alteraciones leves del esperma o tenga dificultades para poder depositar el esperma mediante el coito, bien por algún tipo de alteración genital o psicológica.